Es cierto, al menos desde mi vivencia personal, que los comienzos nunca son claros. Siempre lo parecen para terceros vistos desde la distancia y el tiempo.
Es una especie de asunción de que esos hechos iban a ocurrir. Genial, pero, ¿Al principio quién tiene fe? Pues sinceramente muy pocos. Quizá puede ser por la visión general de un futuro incierto y pesimista que mucha gente tiene interiorizada (aquí los medios de comunicación han hecho mucha mella).
Todos los que hayamos estado en este lado de la línea sabemos que, cuando cuentas tu siguiente gran aventura o proyecto, la gente sonríe y cierra los ojos pensando “espero que el golpe que te des no duela mucho”. Pero bueno, esto es así. Crear un proyecto tiene altas dosis de valentía, desconocimiento y pasión.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que, si está todo claro, es demasiado tarde o no es lo suficientemente relevante para contarlo.
Como no podía ser de otra manera, así es cómo empezó lafincaroja.com, el estudio de arquitectura que co-fundé con mi expareja Ana Martí en 2017. Empezó en la finca roja.
Mítico y carismático edificio de Valencia que acabó su desarrollo en 1930 para albergar a las familias que emigraban del campo a la ciudad. Su programa vendía el concepto de vivienda digna. Curioso porque, si no recuerdo mal, creo que la vivienda más pequeña del edificio es de unos 100 m2. Enrique Vidal Viedma fue el arquitecto, un personaje aventurero que viajó por Europa para aprender nuevas formas de arquitectura y construcción. Trajo el concepto de vivienda con patio central donde la comunidad de vecinos se interrelacionaba e incluso florecían negocios. Esto nunca ocurrió, así que a día de hoy es un magnífico parque donde impera el silencio y la paz.
De roja sólo tiene el ladrillo, pero esto bastó para que los vecinos del barrio la apodaran así.
Pues bien, ahí es donde decidí comprar mi primera vivienda en 2016 bajo la sorpresa de amigos. Aún existía un halo de la crisis financiera e inmobiliaria que acabó en 2013. Era un bajo con vistas al jardín para transformarla en la que sería mi/nuestra casa-estudio.
Sabíamos que el proyecto tenía que ser rompedor, avanzado y mezclar la corriente brutalista con una integración sutil de belleza y arquitectura. Recuerdo con especial cariño el proceso intelectual y creativo que duró meses, cientos de horas definiendo detalles, con idas y venidas hasta encontrar la solución que más encajaba.
Una vez acabada la obra invitamos a nuestra amiga y fotógrafa Mayte Piera para que nos diera su opinión. Le gustó tanto que se ofreció a hacer la sesión de fotos. Ocurrió lo mismo con Alicia Macías a la que le publicaron sus fotos en la Revista AD. Acababa de nacer el proyecto, la empresa y la filosofía de diseño que seguimos con la misma pasión hasta hoy.
Siempre que alguien venía a visitarnos, amigos, conocidos o clientes, se quedaban intrigados con el planteamiento. Los vecinos nos pedían que les hiciéramos el tour por la casa. Fue magnífico.
Al cabo de un tiempo decidí venderla, el comprador, Francesc Rifé. Si tienes muchas curiosidad puedes ver el antes y el después en ambas webs.
Mi reflexión es que nunca sabes cuándo es el momento de empezar, nunca. No es una ciencia exacta, no se estudia en los libros, ni en los MBAs… creo que parte de un sentimiento irracional, de las ganas de cambiar tu vida y la de los demás, de la motivación de enrolarte con gente a la que quieres en una proyecto cargado de sueños e ilusiones, porque seamos realistas, soñemos lo imposible.
Diseño: lafincaroja.com
Fotos: Mayte Piera y Alicia Macias