Gracias a la versatilidad de la ilustración y del arte en general, se viene viendo desde hace bastantes años un brote de sinergias entre marcas y artistas.
Las primeras, se nutren de la creatividad de los segundos, normalmente dándoles rienda suelta a su inventiva y versatilidad. Tienden a aprovechar también del tirón o auge que pueda estar teniendo un artista en cierta etapa para amasar así una nueva oleada de fans y compradores.
En cuanto a los artistas, las colaboraciones con marcas son una buenísima forma de alcanzar mayor autoridad y conseguir alcanzar a un gran número de personas.
Visto desde un punto artístico/romántico, estas colaboraciones no creo que sean muy bien vistas. ¿Vender tu alma (y trabajo) al consumismo? ¿Arriesgar a que nuestra obra se vea menos seria por hacer colaboraciones con marcas totalmente enfocadas a la venta?
En un mundo idílico, sobre todo aquí en España, en el que la gente no se quejara por tener que pagar 9 euros por una entrada al teatro o 5 euros (¡!) por un concierto, los artistas venderíamos obra original cada mes y podríamos centrarnos al 100% en el trabajo personal. Hay algunos que lo consiguen, pero la mayoría debemos hacer equilibrios entre encargos externos y horario de tarde si además queremos tener obra propia.
Lejos de todo este discurso moral, ¿os digo algo sincero? A mí me encanta colaborar con marcas. De hecho me gusta tanto, que siempre voy guardándome etiquetas en Instagram de todas aquellas marcas con las que me gustaría hacer una afiliación creativa. Y el momento ideal para hacerlo más que nunca es ahora, cuando han nacido tantísimas empresas a nivel nacional que aportan tanto y tienen unos valores buenos y respetables más allá de las ventas.
Aparecen así asociaciones tan bonitas como la de la ilustradora Belén Segarra con Back Couture, con un estampado inspirado en la Historia Interminable sobre una camisa de poliéster reciclado. En el campo de la cosmética se me ocurre una simpática colaboración que hizo la marca de champús y geles Mid/Night 00.00 con Brianda Fitz-James Stuart, con unas ilustraciones de leones, mujeres y flores que pasaría a formar parte del packaging y papelería corporativa.
Siguiendo con papelería de autor tenemos la agenda de The Villa Concept, que con el arte de Rafa García propone un arte de estilo abstracto y limpio. Y de una forma similar colabora Le Blue con ilustradoras y diseñadoras de estampados para las portadas de su agenda. La de 2021 la hizo con Verónica Algaba y la de este próximo 2022 ha sido con Moniquilla. Por mi parte, he tenido la suerte de poder colaborar con algunas marcas textiles y de calzado, como lo hice con Couple&Pie en 2019 diseñando un pattern para las plantillas de sus zapatillas.