Hace algunos años, mientras buscaba inspiración, me topé con una imagen que me robó el corazón. En ella, una instalación floral cobraba vida desde el techo y caía sobre una mesa. Era una escena tan impactante que inmediatamente sentí la necesidad de buscar quién había creado esta obra de arte y qué otras creaciones llevaban su nombre.

Obras de arte efímeras del mundo floral
No fue difícil encontrarle, al teclear su nombre en el buscador aparecieron cientos de imágenes preciosas de muchísimas composiciones en las que las flores siempre son las protagonistas. Y, os advierto… Una vez entras en el mundo floral, cuesta mucho escapar de él.
Diseñadores de moda reconocidos, marcas de interiorismo, instalaciones decorativas… Todos utilizaban esta nueva tendencia para dar vida a las campañas y crear estampas impactantes, románticas y con un toque casi idílico que nos hace volar la imaginación a mundos lejanos y espacios paradisíacos.

Crear escenas con flores y plantas
Está claro que no hablamos de un simple arreglo floral. Es algo más, es descubrir que se pueden crear escenas tan impresionantes utilizando únicamente naturaleza, sabiendo mezclar distintas especies y cultivando el buen gusto.
Desde este maravilloso descubrimiento, me he visto inmersa en un conjunto de creativos que utilizaban algo mundano para dar vida y hacer resaltar de una manera muy especial diferentes ambientes.

Mary Lennox, Fiona Pickels, Aesme, entre otros… Son algunos de los que me roban el corazón al componer y dar forma a estos arreglos. Figuras de ensueño, instalaciones imposibles… Confieso que son mi “guilty pleasure” y que disfruto como una niña pequeña al deleitarme con sus invenciones. Es difícil no acabar adorando este mundo floral tan especial.

La delicadeza no es solo parte de estas maravillosas construcciones. La forma en las que se muestran al mundo son sensibles, sutiles, delicadas… Y nos llevan a deleitarnos con su propia belleza. La floristería ya no es lo que era. Ya no queremos un ramo bonito con agua en un jarrón.
Queremos más de ella, queremos disfrutar observando figuras llamativas de la naturaleza, texturas suaves y singulares.

Tenemos la imparable necesidad de integrarla en nuestra retina y dejar que estas imágenes tan increíbles hagan meya en nuestro campo visual. Porque al fin y al cabo la belleza de lo que nos aporta el mundo natural es algo orgánico y muy instintivo.
Nuestro ojo nos lo pide y nuestro instinto más humano y primario se despierta al poder observar algo que nos conmueve por dentro.