Existe la extendida creencia de que los bosques son los principales productores de oxígeno de nuestro planeta. Desde siempre nos han contado la historia de cómo los árboles absorben las emisiones de CO2 y nos regalan su oxígeno para que podamos seguir respirando.
Este proceso se llama fotosíntesis y es así cómo las plantas obtienen energía, transformando la materia inorgánica (CO2) en orgánica gracias a la energía solar y expulsando oxígeno. No hay que restar importancia a nuestros bosques, ya que, su papel sigue siendo imprescindible para la vida en la Tierra.
Pero el protagonista de este artículo no tiene nada de verde, es más bien azul. De hecho es el gran azul. Entre el 50% y el 85% del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera es producido por las organismos acuáticos microscópicos y vegetales que habitan nuestros océanos, el fitoplancton. Más en concreto, es una familia de microalgas que mantiene el título de campeona imbatible. Las cianobacterias, considerado el organismo fotosintético más abundante del planeta Tierra.
Seguro que hasta aquí ya has aprendido cosas que no sabías, pero lo mejor está por venir. Me gustaría presentaros a la capitana del equipo de las cianobacterias, podríamos decir que es la mejor estudiante de la clase o la trabajadora del mes. Prochlorococcus es su nombre y es la máquina perfecta de realizar la fotosíntesis, no existe organismo descubierto más eficiente que estas pequeñas manchitas verdes (100 veces más pequeñas que un cabello humano). Viven en los 200 primeros metros de la superficie del océano y son capaces de fijar 50.000 millones de toneladas de CO2 al año absorbiéndolo en sus cuerpecitos y devolviéndolo de nuevo a la cadena trófica del océano.
Entre el 50% y el 85% del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera es producido por las organismos acuáticos microscópicos y vegetales que habitan nuestros océanos, el fitoplancton.
Resulta impresionante que todas las células de esta especie microscópica resulten ser tan sólo el 1% del peso de todas las plantas terrestres del planeta juntas. Son diminutas, si llenamos una jarra de cristal con agua del mar podríamos encontrar hasta 100 millones de células fotosintéticas. Y aún así son las encargadas de cumplir dos de las funciones más cruciales en la vida de nuestro planeta, como son la de aportar grandes cantidades de oxígeno a la atmósfera para que el aire sea respirable y fijar todo el CO2 que emitimos para que la temperatura global no aumente demasiado y se convierta en un ambiente inhabitable.
Citando a una de las mayores conservacionistas marinas de la historia, Dra. Sylvia A. Earle, “No blue, no green”. Y no podía tener más razón, sin Prochlorococcus y sus amigas no podríamos disfrutar de todo lo verde que nos rodea. Ahora que sabéis la historia, podéis hacer honor a ella y compartirla. También podéis preguntaros:
¿Cómo es que, siendo esto así, siempre hablamos de bosques y selvas como principales pulmones? ¿Por qué hablamos del planeta tierra, en lugar del planeta azul?
Puede que porque somos una especie terrestre con un gran ombligo y se nos escapan los pequeños detalles que nos hacen importantes.
Estas pequeñas lecciones nos enseñan lo insignificantes que somos para el planeta y lo vital que es el planeta para nosotros.