Desde muy pequeños nos han educado de tal manera que estaba feo tirar cosas al suelo, que si se te caía algo tenías que recogerlo y que si un extraño te hablaba no debías escucharlo. Pues en este
artículo te pido que me escuches, por muy extraño que te parezca.
La humanidad ha llegado al punto donde está ahora después de 100.000 años. Deberíamos estar
orgullosos de todas las cosas buenas que hemos hecho, pues simplemente con el hecho de crear vida y aprovechar los recursos de nuestro alrededor para evolucionar ha sido suficiente para ponernos la insignia de especie superior.
Pero ¿qué pasa con todo lo no tan bueno?
Hemos arrasado zonas del océano para hacernos joyas, hemos esquilmado suelos fértiles para construir urbanizaciones, hasta hemos cambiado el clima y la composición de nuestra atmósfera para vivir como vivimos ahora.
Llegados a este punto, parece que necesitamos que nos vuelvan a educar porque no entendemos muchas de las consecuencias de nuestro impacto. Para ello se reivindica una Educación Ambiental; pensaréis que ya lo sabéis todo sobre el medio ambiente y que no necesitáis lecciones, pero os puedo asegurar que esta educación no sólo habla de ríos, mares, montañas, etc.
La Educación Ambiental es la herramienta transversal por excelencia, pues incluye modos de consumo, de energía, de transporte, de economía y maneras de cuidar nuestra naturaleza, la cual lanza un mensaje muy fuerte a nuestras cómodas realidades.
El medio ambiente no sólo son los bosques, los mares y las montañas.
¿Cómo que no?
Como lo oyes, también engloba las calles de nuestra ciudad, los árboles de nuestro parque y los
edificios en los que convivimos. No podemos separar el medio ambiente de nuestro día a día, pues convivimos con él, nos rodea y nos envuelve.
Sólo si supiéramos lo mucho que lo necesitamos y lo mucho que dependemos de él, podríamos empezar a entender lo valiosa que es esta nueva Educación Ambiental.
Todos somos conscientes del cambio climático, o por lo menos ya sabemos que es verdad y que está pasando. Lo que a lo mejor no sabes es que ya se sospechaba que existiría un cambio climático generado por la humanidad a principios de 1800.
“La aplicación química del fuego a las máquinas de vapor del agua debe causar antes de dos siglos una revolución extraordinaria en los progresos de la civilización, y hacer algún día cambiar casi la faz de la Tierra” Gregorio González de Azaola. (1829)
Debemos retomar la conexión perdida con nuestro entorno. Necesitamos conectar con el medio
ambiente, ya sea a través de los hábitos de consumo o del activismo ambiental. No nos podemos
quedar parados ante la inacción, pues eso ya lo han hecho otros antes que nosotros y no ha servido de mucho.
La figura del educador/a ambiental aparece para acompañarnos en esta reconexión, pues esta
figura son los nuevos extraños/as que te dirán que las pilas no se tiran al contenedor amarillo, que tu factura de la luz debe apoyar las energías renovables, que tienes que eliminar (paulatinamente si lo deseas) la carne de tu dieta, que tenemos que caminar más y volar menos y también te dirá, con una gran sonrisa en mi caso, que eso que se te ha caído te lo guardes hasta llegar a una papelera o
cenicero.