En tiempos de catástrofes y fenómenos climáticos queremos pensar que podremos adaptarnos a todo lo que nos venga sin necesidad de cambiar nada, simplemente con mucha voluntad.
No olvidemos que la voluntad es una herramienta muy válida para conseguir logros en nuestra vida, pero lo que nos viene encima es mucho más grande que madrugar un domingo para ir a una limpieza con BIOagradables. Debemos, no obstante, aprovechar esa voluntad como apoyo para desarrollar nuestra segunda mejor arma: la proactividad.
No podemos ser espectadores y espectadoras en esta crisis, debemos actuar con ganas y constancia a la hora de decidir qué cambios vamos a llevar a cabo en nuestro ámbito personal, porque serán estos gestos los que ayuden al movimiento global y a nuestra adaptación a las catástrofes climáticas.
Vamos a pensar por un minuto en lo que supone esta crisis climática: inundaciones en grandes ciudades, tormentas perfectas en archipiélagos descubiertos, golpes de calor históricos y todas las terribles consecuencias de estos fenómenos que no son novedad por sus caraterísticas pero sí por su asiduidad.
Hemos visto cómo en la Costa Oeste de Estados Unidos han sufrido inundaciones que han llenado las bahías de toda la mugre y contaminación que había en las ciudades encontrándonos con valores de los indicadores de calidad de agua muy por debajo del estándar. También recordamos cuando sufrimos las imágenes del incendio devastador en Australia que fue debido a temperaturas muy altas y porque tiene una superfície forestal muy baja en comparación con su superfície total. Pero el impacto más inhumano es que hayamos tenido que inventar el término “refugiado climático”, porque ha habido personas que han tenido que migrar de sus hogares debido a la meteorología tan agresiva que ha arrasado escuelas, hospitales y casas.
Todo esto nos enseña que tarde o temprano nos va a tocar a nosotros y nosotras adaptarnos o migrar a otro país para poder sobrevivir. La mentalidad de espectador debe desaparecer y seguro que la última pandemia que estamos sufriendo nos hace ver las cosas de forma diferente. Se ha acabado la queja inactiva, el falso activismo en redes sociales y el hablar por hablar. Tenemos que salir a la calle y ayudar a los nuestros, a nuestra ciudad, a nuestra sociedad y a nuestro planeta para que se conviertan en un sitio más sano y limpio. Queremos cambiar el impacto que generamos como especie en este planeta, ahora sabemos que tenemos las herramientas y sin embargo todavía no nos hemos dado cuenta que, aparte de reducir la huella negativa que dejamos a nuestro paso, también podemos transformar nuestros esfuerzos en construir actitudes positivas que ayuden a crear un impacto global construido desde la individualidad.