Mujer rubia tumbada en un suelo de cemento pulido con las manos sobre el teclado de un portátil, junto con un vaso con agua y una revista abierta. Poppyns Magazine

Instagram y la era digital

Los likes como alimento para nuestro propio ego

Redacción
Alicia Macías

Seamos sinceros, la fotografía siempre ha sido algo fugaz.

Un instante que se puede transformar en un momento eterno y del que dejamos huella en la memoria. Ha sido así desde su invención… Los individuos tenemos esa necesidad constante de dejar plasmada nuestra propia historia, y hacerlo ha ido evolucionando a medida que pasan los años.

Mujer rubia de pelo largo con una trenza, sentada en un suelo de cemento pulido mirando el móvil. Poppyns Magazine

Siglos atrás utilizábamos la pintura como medio no solo de expresión artística, también como lienzo para dejar constancia de nuestra existencia. Conocéis más de un retrato de personas nobles que querían mostrar al mundo cómo eran y que ahora se exhiben en museos y salas de exposiciones, ¿verdad? Cómo vestían, sus lujos, sus peinados… Encargaban su propio retrato a los mejores artistas y por supuesto, querían siempre mostrar su mejor cara. Si tenían algún defecto, hacían que se borrara. La perfección era un símbolo de grandeza y superioridad… Seguro que esto os suena un poco, ¿no?

Pasan los años, los siglos y las décadas y parece que el ser humano sigue preocupándose por cosas similares. Los retratos en los que los pintores dedicaban horas o días, se han transformado en los nuevos Selfies. Photoshop y nuevas aplicaciones dan pinceladas y nos ayudan a borrar aquello que no queremos mostrar al mundo.

Las redes sociales se vuelven una ventana para enseñar lo “maravilloso” de la vida.

Mujer rubia tumbada en un suelo de cemento pulido con las manos sobre el teclado de un portátil, junto con un vaso con agua y una revista abierta. Poppyns Magazine

Instagram ha conseguido hacerse hueco en las aplicaciones más relevantes de este siglo. Os aseguro que podéis contar con las manos a las personas que no tienen instalada esta red social en su móvil.

Todos nos hemos rendido a los pies del mundo digital y observamos sin piedad la vida de los demás, sus gustos, sus aficiones, sus viajes, hasta lo que comen y todo aquello que nos quieran enseñar…

Por mi parte, siento un pequeño amor odio por esta aplicación. Confieso que disfruto compartiendo mis propias experiencias, mis proyectos y mis fotografías. Pero cada cierto tiempo me veo tentada a desaparecer, apretar el botón de eliminar y dejar atrás todo lo que involucra el mundo de 2.0.

La fotografía en el mundo digital se ha erigido de una forma muy particular. Hacemos click con nuestra cámara y se transforma de inmediato en nuestro propio álbum. Dejamos allí un pedazo de nosotros… Son pocas las cuentas que hablan de vida real, que muestran imperfecciones o que hablan de algo más que no sea el propio usuario.

Mujer rubia andando junto a una mesa larga de madera con sillas de madera, un centro verde, dos lámparas colgantes y cortinas blancas. Poppyns Magazine

La fugacidad de esta red social permite que conozcamos los detalles más íntimos de cada uno, que nos adentremos en sus vidas y que creamos que conocemos a alguien que está del otro lado de la pantalla.

El arte se abre paso entre los píxels y los likes dejando una oleada de seguidores a su paso a los que todos anhelamos conseguir.

¿Medimos ahora nuestra satisfacción en seguidores? ¿Son los likes el nuevo alimento de nuestro propio ego?

Lamentablemente creo que sí… Si quieres sentirte mejor contigo mismo, esperas que tu foto supere los likes. Si quieres dar validez a tu trabajo, debes tener muchos seguidores que lo prueben… Y así poco a poco, nos perdemos en un mundo irreal en el que nos reafirmamos como una sociedad necesitada de aprobación constante.

Por eso, pese a que disfrutemos de ello, no olvidéis que el mundo real y lo que se encuentra lejos del 1:1, siempre será mucho más satisfactorio y especial.

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