Debo admitir, que escribo hoy estas líneas con la ilusión de haceros descubrir una maravilla audiovisual en caso de que no conozcáis la película de la que voy a hablaros: The Beatles Yellow Submarine (1968), de Heinz Edelmann. A los que ya la habéis visionado, imagino que entenderéis mi júbilo.
Cuando era pequeña en casa de mis padres estaba la cinta de The Beatles Yellow Submarine, un filme de animación nada más y nada menos que con el grupo pop más famoso de la historia como protagonistas, Los Beatles. Nos la pusieron muchísimas veces y a día de hoy sigo recordando los diálogos e incluso los tempos. Cuando estaba en primaria la llevé a clase para verla con mis compañeros. Lejos de conseguir la reacción esperada, mis amigos no la entendieron y no apreciaron su potente arte. No pasó así con mi profesor, que a día de hoy sigo pensando que le hice un gran descubrimiento. Y es que esta película es una gozada visual y creativa que, si tienes un poco de sensibilidad, vas a alucinar con ella, pero aconsejo que abras tu mente antes de verla.
Esta cinta es desbordante tanto artísticamente como narrativamente, por no mencionar la música, ¿he dicho ya que Los Beatles son los protagonistas? El argumento no puede ser más peculiar: nos encontramos en la tierra de Pepperland, un bucólico paisaje lleno de personas que tienen una vida pacífica mientras disfrutan de sus flores y música. En esto que llegan los Blue Meanies, una raza seres de color azul que odia la música y convierten a los ciudadanos de Pepperland en estatuas de piedra. El sargento consigue escapar del ataque y huye buscando ayuda. Encontrará entonces a Ringo, John, Paul y George, que viajarán por diversos mundos psicodélicos encontrándose a seres fantásticos, extraños y preciosamente diseñados. Y es que nos encontramos en la década de los 60, y esta película es un perfecto referente del escenario estético que vivía la época.
El responsable de toda esta genialidad fue Heinz Edelmann (1934-2009), un ilustrador de origen checo y nacionalizado alemán. Estudió Bellas Artes en la Academia de Düsseldorf y trabajó y colaboró como freelance en cartelería y editoriales de revista infantil. Su trabajo llamó la atención de Al Brodax, que tras hacer una serie de animación ya del mismo grupo musical, decidió producir un largometraje, y ahí fue donde entró Edelmann.
El arte visual de la película se caracteriza por un estilo suave y fluido, elegante y simple pero colorido y excéntrico al mismo tiempo.
Poseer un estilo definido es una debilidad. Si vendes estilo eres esclavo de tus clientes,
afirmaba Edelmann.
Por ello, diversificó su trazo a lo largo de su carrera profesional, evitando caer en la costumbre de cerrarse a un solo estilo gráfico. Nos demuestra esto creando a Curro, la mascota de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, resultando ganador frente a 23 propuestas más.